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Mostrando entradas de junio, 2025

“Deseando amar” (In the Mood for Love, 2000) – Dir. Wong Kar-wai.

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  Si el cine fuera una forma de recordar lo que nunca ocurrió, si existiera una manera de encapsular la nostalgia antes de que se transforme en dolor, esa película sería  Deseando amar . En su interior no hay besos ni cuerpos entregados, pero hay una intensidad emocional tan poderosa, tan contenida y devastadora, que parece capaz de romper la pantalla. Y quien ha sabido orquestar esta sinfonía de miradas y silencios es uno de los grandes poetas visuales de la historia: Wong Kar-wai. Wong Kar-wai no es simplemente un director de cine; es un orfebre de la emoción, un alquimista de la memoria y del deseo. Nacido en Shanghái en 1958, emigró a Hong Kong a los cinco años con su madre, una figura fundamental en su vida y en su sensibilidad cinematográfica. El joven Wong no hablaba cantonés, lo que lo obligó a observar más de lo que hablaba, y quizás allí —en la infancia marcada por la distancia lingüística y la separación del padre, que se quedó en China continental— nació su obsesió...

“28 años después”: la furia era nuestra.

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  Prepárate. Agárrate fuerte. Cierra la puerta, apaga el móvil y olvídate del reloj. Porque lo que ha hecho Danny Boyle con  28 años después  no es una película: es una cicatriz. Una herida fresca en el tejido del cine postapocalíptico, una elegía brutal para una civilización que ya ni siquiera recuerda cómo era civilizada. Esta película no se ve: se sobrevive. Y lo que se sobrevive, no se olvida. Boyle regresa a la saga que lo consagró como el profeta inesperado del apocalipsis moderno, pero no viene a repetir la fórmula. Viene a dinamitarla. Si  28 días después  era rabia pura, movimiento, shock y furia contenida a punto de estallar,  28 años después  es su reverso fúnebre: la calma del naufragio. La resaca de la historia. La tristeza del que ya no cree en nada, ni en la cura ni en el castigo. Han pasado casi tres décadas desde que el virus Rage hizo arder Inglaterra desde las entrañas. Ahora, lo que queda de la humanidad se esconde en una pequeña is...

“Cómo entrenar a tu dragón:”el arte de amar lo desconocido.

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Dean DeBlois, ese raro artesano de la animación que un día soñó con niños solitarios y criaturas incomprendidas, ha cruzado el umbral del live-action no para deslumbrar, sino para despedirse. Para decir adiós a su propio mito. Desde Lilo & Stitch hasta la gloriosa trilogía animada de Cómo entrenar a tu dragón, su cine ha sido el refugio de los débiles, los raros, los pequeños héroes sin sitio en su mundo. Ahora, en esta adaptación en carne, hueso y músculo del cuento que él mismo dibujó hace quince años, DeBlois no viene a repetir la fábula, sino a despojarla de su inocencia. A desnudarla. A volverla materia, tacto, peso, hueso roto y sangre derramada. La magia etérea de la animación cede aquí su lugar a un relato donde las manos tocan escamas, las armas pesan y los dragones son bestias físicas que resoplan barro y miedo. El vínculo entre Hipo y Desdentao ya no nace de un cruce de miradas dibujadas: se construye con recelo, con heridas, con duda. Por eso el ritmo de esta película e...

“La receta perfecta:”madurar sin ganar.

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  La receta perfecta  se presenta como un ejemplo admirable de ese cine francés que evita los caminos fáciles del drama urbano o del realismo social grandilocuente y se sumerge, con pudor y detalle, en los ritmos de la Francia rural, en sus costumbres, en sus oficios amenazados por el tiempo y la burocracia. Lo más sorprendente de este debut es que, lejos de buscar el efectismo o la postal bucólica, la película opta por una mirada humilde, constante y sincera sobre un mundo en extinción y sobre un proceso de maduración personal que no culmina en la victoria, sino en la aceptación de la lentitud y de la herencia. Lo que en otro director debutante podría haber derivado en una obra vacilante o imprecisa, aquí se traduce en una seguridad narrativa inesperada: no hay prisas, no hay trucos, no hay subrayados emocionales innecesarios. La historia de Totone —ese joven de 18 años despreocupado, a medio camino entre la adolescencia inconsciente y la vida adulta rural que no termina de a...