“Bodegón con fantasmas”Fantasmas y Farsas en la España Profunda.
En su primer largometraje, “Bodegón con fantasmas”, Enrique Buleo se adentra en una comedia dramática donde conviven lo sobrenatural y lo costumbrista. Ambientada en un pueblo de Castilla-La Mancha, la película explora los intentos, tanto de humanos como de fantasmas, por resolver sus problemas más terrenales y, a menudo, absurdos. Buleo mezcla con audacia el humor con el drama, creando una atmósfera que parece atrapada entre la vida y la muerte, y en la que el paso del tiempo se siente tan eterno como los problemas de sus personajes.
La película mantiene un ritmo pausado, fiel a la vida del pueblo en el que se desarrolla. Este tempo puede parecer lento para algunos espectadores, pero es intencional y esencial para capturar la rutina de los personajes, quienes parecen estancados tanto en sus vidas como en sus muertes. La narrativa, a ratos fragmentada, sigue las historias de diferentes personajes que representan una galería de seres desolados: desde Paqui, una mujer que intenta deshacerse de su esposo, hasta el cura que pierde la fe y acaba siendo visitado por espectros. Buleo retrata cada historia con una mezcla de humor negro y melancolía, en un estilo que recuerda al de películas como Amanece que no es poco y El espíritu de la colmena, pero adaptado a un humor más moderno y menos romántico.
El reparto, liderado por Consuelo Trujillo, Fernando Sansegundo y Ferrán Gadea, consigue reflejar la esencia de un pueblo atrapado en la rutina. Trujillo, en particular, brilla en su papel de Paqui, transmitiendo una insatisfacción que es tanto cómica como trágica. Su actuación es la más potente, y logra crear un personaje memorable con pocos recursos. Fernando Sansegundo ofrece una interpretación sutil del cura desilusionado, mientras que Gadea aporta un toque cómico a la historia con su desesperado intento de usar el folclore como solución a sus problemas financieros.
Uno de los aspectos más interesantes del reparto es el uso de actores no profesionales, habituales en la filmografía de Buleo, como Gloria Martínez y Laureana Descalzo.
Este enfoque añade una autenticidad y familiaridad a los personajes, lo que contribuye a hacerlos entrañables y reconocibles. La mezcla de actores profesionales y no profesionales logra que el pueblo se sienta real, casi tangible, y dota a la película de una textura única.
“Bodegón con fantasmas” se mueve entre la comedia dramática y el surrealismo, bebiendo de un cine español que ha explorado con frecuencia las dinámicas de los pueblos rurales y el peso de la tradición. A través de su estilo narrativo y de humor negro, Buleo parece inspirarse en obras de Luis García Berlanga, así como en la peculiaridad del universo de “Amanece que no es poco”. Sin embargo, la película se aparta de los enfoques tradicionales de estos predecesores al abordar la vida y la muerte como si fueran conceptos intercambiables.
En cuanto a paralelismos con cine contemporáneo, la película guarda cierta similitud temática con “El increíble finde menguante”, que también explora el estancamiento emocional y vital de sus personajes, aunque “Bodegón con fantasmas”lo hace desde un tono más irreverente y humorístico.
El atrezo y el vestuario están cuidadosamente diseñados para reflejar la vida rural y los elementos sobrenaturales de la trama. Las viviendas y las vestimentas de los personajes evocan un estilo de vida anacrónico, como si el pueblo estuviera atrapado en el tiempo, una característica que potencia la ambientación. Los trajes son sencillos y cotidianos, y este minimalismo ayuda a resaltar el carácter prosaico de los personajes, mientras que elementos como el altar del cura o los objetos rituales que algunos personajes usan para invocar a los muertos aportan un toque folclórico que enriquece el contexto.
La banda sonora es escasa, un recurso que subraya el vacío de la vida de los personajes y la calma monótona del pueblo. La música aparece de forma sutil y puntual, como en escenas donde los personajes intentan desafiar lo sobrenatural con ceremonias caseras. Esta elección musical contribuye al tono melancólico de la película, evitando el énfasis en lo sobrenatural y situando el foco en el absurdo de las situaciones cotidianas.
La fotografía, por otro lado, utiliza una paleta de colores apagados que refleja el desasosiego de los personajes y la atmósfera casi fantasmal del pueblo. Las tomas amplias y los encuadres fijos refuerzan la sensación de quietud y aislamiento, haciendo que el paisaje manchego se sienta eterno y estático, como si el paso del tiempo no tuviera relevancia. El estilo visual refuerza la yuxtaposición de lo cómico y lo dramático, resaltando lo absurdo en cada encuadre sin caer en el efectismo.
“Bodegón con fantasmas” es una reflexión sobre los pequeños dramas de la vida y cómo estos no desaparecen con la muerte. Enrique Buleo logra, a través de un humor oscuro y una atmósfera rural casi detenida en el tiempo, hacer una crítica a la resignación y al conformismo de quienes, como los personajes de este pueblo, parecen incapaces de escapar de sus propias rutinas, incluso después de muertos.
En resumen, la película sugiere que el ser humano, en su desesperación por dar sentido a su vida y resolver sus problemas, puede llegar a recurrir a lo absurdo, y que a veces, ni siquiera la muerte es una solución definitiva. Con su mirada fresca y auténtica, Buleo nos invita a cuestionar qué significa estar vivo y qué define nuestras acciones, recordándonos que el cambio no llega solo, ni en esta vida ni en la otra.
Xabier Garzarain





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