“Entre sombras y supervivencia: la visión audaz de Izibene Oñederra en Etorriko da”

La obra “Etorriko da” eta zure begiak izango ditu), dirigida por Izibene Oñederra, se despliega a través de un ritmo pausado, casi meditativo, que busca reflejar el estado de decadencia y desolación de una pequeña comunidad atrapada en una crisis ambiental sin retorno. Este cortometraje utiliza una narrativa distópica que explora la dualidad entre quienes viven en el exceso y quienes luchan por sobrevivir, proponiendo una lectura crítica sobre la desigualdad y el hedonismo en tiempos de crisis.




A pesar de ser una animación, los personajes son presentados con una notable profundidad y matices emocionales, dando la sensación de seres reales atrapados en un mundo donde la humanidad ha quedado en suspenso. Esta es una de las fortalezas del trabajo de Oñederra: logra transmitir, a través de imágenes y metáforas visuales, la desesperanza, la alienación y la resistencia de los habitantes. Cada personaje, en su precariedad o excesos, parece encapsular una faceta de nuestra sociedad actual, intensificando la conexión emocional de la audiencia con la historia.


El cortometraje se sitúa en una línea de cine fantástico y distópico que resuena con otros trabajos como El hoyo de Galder Gaztelu-Urrutia o Aniara de Pella Kagerman y Hugo Lilja. Sin embargo, Etorriko da se distingue por su enfoque animado y poético, lo cual la vincula con el cine experimental y de animación independiente en España, explorando temas existenciales y ambientales de una manera innovadora. Su estética y visión narrativa podrían también recordar a los cortometrajes de David Firth, donde el surrealismo y el horror psicológico sirven para explorar el caos social y el sufrimiento humano.





Aunque la animación permite un estilo visual más abstracto, el diseño de personajes y entornos en Etorriko da es notablemente detallado. La paleta de colores y las texturas enfatizan la decadencia y la desesperanza, sumergiendo al espectador en un mundo donde el colapso ambiental se refleja en cada rincón de la pantalla. Los personajes parecen desgastados, casi erosionados por el entorno, lo que añade una dimensión simbólica al vestuario y la ambientación que enfatiza la diferencia entre aquellos que aún disfrutan de lujos y quienes luchan por sobrevivir.


La banda sonora, compuesta por Javier Ucar (Amsia), es esencial en la creación de una atmósfera inquietante y sombría. La música acompaña los momentos de tensión y desesperanza con un tono minimalista que, lejos de distraer, intensifica la crudeza de las imágenes. Los sonidos ambientales juegan también un papel crucial, reflejando el silencio y vacío que caracterizan a este mundo en colapso.


Eduardo Elosegui, a cargo de la fotografía, logra capturar la esencia de la distopía en cada cuadro. La animación destaca por su juego de luces y sombras, contrastando momentos de oscuridad absoluta con destellos que sugieren una tenue esperanza o incluso resignación. Esta elección estética refleja el conflicto interior y la complejidad de los personajes, enfatizando la inevitable desaparición de lo humano en un entorno hostil.



Durante el rodaje, el equipo enfrentó varios desafíos, en parte debido a la complejidad de los efectos de animación y la necesidad de un estilo visual innovador. Izibene Oñederra ha señalado que su inspiración provino de la creciente crisis climática y la falta de respuesta ante las desigualdades, así como de su fascinación por la resistencia humana ante lo inevitable. Su objetivo era crear una obra que no solo reflejara la crisis ambiental, sino que también capturara las reacciones humanas más profundas ante un posible fin de la civilización.


En resumen, Etorriko da (eta zure begiak izango ditu) no es solo una advertencia sobre los peligros de la crisis ambiental y la desigualdad, sino también una invitación a reflexionar sobre nuestro lugar en el mundo y el futuro que estamos construyendo. Oñederra presenta una obra compleja y poderosa, donde cada imagen y cada sonido contribuyen a crear una experiencia cinematográfica que desafía al espectador a confrontar la fragilidad de la humanidad. Su mensaje subyacente, de resiliencia y reflexión sobre la naturaleza humana, permanece con el espectador mucho después de que termina el cortometraje, recordándonos la urgencia de actuar antes de que sea demasiado tarde.


Xabier Garzarain 





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