“House of Sayuri” y la lucha por la justicia.

“House of Sayuri,” dirigida por Koji Shiraishi, conocido por su trabajo en el género del terror japonés con películas como “Sadako vs. Kayako,” se presenta como una exploración inquietante de lo sobrenatural y de las heridas familiares. La producción de Kimiaki Tasaka aporta un enfoque sólido, que permite a Shiraishi mantener su estilo distintivo mientras se adentra en temas más oscuros y emocionales.


El ritmo de “House of Sayuri” es meticulosamente construído, alternando entre momentos de tensión y revelaciones dramáticas. La historia sigue a una familia que se muda a una nueva casa, solo para descubrir que el lugar está habitado por el espíritu de una niña asesinada. Sin embargo, el guion, escrito por Mari Asato, Rensuke Oshikiri y Koji Shiraishi, va más allá de los clichés del horror, desarrollando una narrativa que se adentra en el trauma emocional y la injusticia, particularmente a través del personaje de la abuela, cuya complejidad se convierte en el eje del relato.





Las interpretaciones son una de las mayores fortalezas de la película. Ryoka Minamide como la madre ofrece una actuación cargada de tensión emocional, mientras que Toshie Negishi como la abuela proporciona una profundidad inquietante que cambia la percepción del espectador sobre la historia. La conexión entre los personajes es palpable, y el dolor que cada uno lleva consigo se manifiesta a través de momentos de vulnerabilidad y desesperación. La actuación de Fusako Urabe, en particular, destaca en la representación de los traumas familiares que alimentan la historia, elevando la película más allá de un simple relato de horror.


“House of Sayuri” se sitúa en un contexto más amplio dentro del cine de terror japonés, recordando a obras como “Ju-on” o “Ringu,” donde la violencia y el sufrimiento humano están entrelazados con lo sobrenatural. Sin embargo, su enfoque en el abuso y la reivindicación de los derechos de una víctima añade una capa de crítica social que recuerda también a películas contemporáneas, como “Hereditary,” que exploran la dinámica familiar a través del lente del terror. Esta combinación de elementos de horror psicológico con temas sociales es un rasgo distintivo que la diferencia de sus predecesoras.





El atrezo y vestuario de “House of Sayuri” son cuidadosamente seleccionados para reflejar la atmósfera de inquietud que permea la historia. La casa, con su diseño tradicional japonés, se convierte en un personaje en sí misma, atrapando a la familia en sus secretos. La vestimenta de los personajes, particularmente la de la abuela y la niña, utiliza colores y estilos que evocan el pasado, sugiriendo la historia no contada que subyace en el horror de la narrativa.


La música, compuesta por Motoyoshi Tai, Toru Ishitsuka y Syunsuke Suzuki, añade un nivel de tensión a la película, utilizando sonidos etéreos y melodías inquietantes que complementan las imágenes escalofriantes de la fotografía de Maki Ito. La cinematografía capta con maestría los momentos de terror y la desesperación, utilizando sombras y ángulos que refuerzan la atmósfera opresiva de la casa. La combinación de estos elementos crea una experiencia inmersiva que atrapa al espectador desde el primer fotograma.





El rodaje de “House of Sayuri” fue un desafío para el equipo, que se propuso crear un ambiente auténtico y aterrador. Se dice que algunos miembros del equipo experimentaron fenómenos extraños durante la filmación, lo que alimentó las leyendas locales sobre la casa utilizada como locación. Esta conexión entre el rodaje y las historias de fantasmas añade una capa de misticismo a la producción.


La inspiración detrás de “House of Sayuri” proviene de las leyendas japonesas sobre espíritus vengativos y la crítica social del abuso infantil y familiar. A través de su narrativa, la película no solo busca asustar, sino también provocar una reflexión sobre el impacto del trauma y la necesidad de que las víctimas encuentren la paz. El mensaje del director es claro: es imperativo reconocer y confrontar las injusticias que persisten en la sociedad, incluso aquellas que pueden parecer enterradas en el pasado.


En resumen,”House of Sayuri” es una obra que combina el horror con una profunda crítica social, explorando los efectos del abuso y la necesidad de redención. A través de interpretaciones poderosas, una narrativa compleja y una atmósfera inquietante, Koji Shiraishi logra crear una experiencia cinematográfica que no solo entretiene, sino que también invita a la reflexión. La película desafía las convenciones del género, convirtiéndose en un testimonio del dolor y la lucha por la justicia, y dejando al espectador con un eco de inquietud mucho después de que los créditos hayan terminado.


Xabier Garzarain 





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