“Intriga Global: ¿Quién Controla el Rumor?”

 Guy Maddin es uno de los cineastas más singulares y excéntricos de la cinematografía contemporánea. Nacido en Winnipeg, Canadá, su carrera ha estado marcada por un enfoque visual y narrativo profundamente innovador, a menudo mezclando el cine mudo, el surrealismo y la nostalgia por los primeros días del cine. A lo largo de los años, Maddin ha desarrollado una voz única que se ha ganado tanto la admiración de críticos como la fascinación del público. Películas como My Winnipeg (2007), The Saddest Music in the World (2003) y Brand Upon the Brain! (2006) son ejemplos claros de su capacidad para crear mundos extraños y oníricos en los que las reglas del cine convencional no aplican. A pesar de su reconocimiento en el circuito independiente, Maddin ha sido un director que ha preferido trabajar fuera de los grandes focos de Hollywood, buscando siempre la innovación antes que el éxito

Sin embargo, con Rumours, Maddin da un giro interesante. Co-dirigida con los Johnsons, Evan y Galen, la película presenta una propuesta distinta a las anteriores, con un tono más accesible, que se aleja de su estilo peculiar y experimental para abrazar una comedia más directa, accesible y basada en la sátira política contemporánea. Lejos de la complejidad visual y narrativa a la que nos tiene acostumbrados, Rumours nos ofrece una mirada mordaz sobre los líderes del mundo, jugando con el absurdo de las relaciones políticas y sociales a través de una situación extraña y desconcertante. A pesar de esta simplicidad en su forma, el enfoque de Maddin no pierde su frescura, y, como en sus mejores trabajos, la ironía, la parodia y lo surrealista continúan siendo claves en su propuesta.


Rumours es una película que explora con su característico tono surrealista y excéntrico el absurdo de la política global contemporánea. Ambientada en una reunión ficticia del G7, con un elenco destacado que incluye a Cate Blanchett, Charles Dance y Denis Menochet, la película combina comedia y misterio de una manera que recuerda a la sátira política, pero bajo una capa de extraña irreverencia. A través de esta propuesta, Maddin se aleja de sus trabajos más inusuales y poéticos para abrazar una comedia accesible, aunque menos profunda de lo esperado.


El ritmo de Rumours es desconcertante: comienza con una estructura ligera, casi de comedia de situación, antes de transformarse gradualmente en un thriller extraño y paranoico. A medida que los líderes del G7, atrapados en un caserón aislado, se enfrentan a situaciones inexplicables y a una posible amenaza sobrenatural, el tono va mutando. Sin embargo, la película comienza a arrastrarse durante su segundo acto, cuando el misterio se desarrolla sin mucha resolución, lo que puede desorientar a los espectadores más acostumbrados a un ritmo narrativo más ágil. La trama gira en torno a la paranoia política, el absurdo en la burocracia y los giros inesperados, pero el enfoque se diluye en exceso, haciendo que su duración se sienta excesiva para la cantidad de propuestas que realmente aborda.


La película brilla principalmente en su elenco, que ofrece interpretaciones tanto cómicas como dramáticas con gran destreza. Cate Blanchett, en el rol de la líder alemana, brilla con una interpretación afilada y matizada, construyendo una versión algo caricaturesca pero certera de una figura política. Denis Menochet, como el president francés, es igualmente memorable, transmitiendo una energía cómica y desenfadada que se convierte en el centro de muchas de las situaciones cómicas. Charles Dance, por su parte, ofrece una interpretación algo más sombría y llena de sarcasmo como el presidente de los EE. UU., mientras que Roy Dupuis y Alicia Vikander aportan un giro curioso al incorporar personajes con matices de locura. Las interacciones entre estos personajes, cargadas de bromas y tensiones políticas, funcionan como el alma de la película, aunque, en algunos momentos, el desarrollo de los mismos se siente como una serie de estereotipos un poco forzados.


A nivel de género, Rumours se acerca más a la parodia política y al thriller psicológico, algo similar a lo que vimos en La cordillera (2017) de Santiago Mitre, donde las tensiones personales y políticas se entrelazan en una atmósfera de angustia. Sin embargo, a diferencia de esa película, Rumours se atreve a explorar lo surrealista y lo absurdo de forma más explícita, invocando el caos total, como si fuera una amalgama de los mejores momentos de series políticas como Veep y las intrincadas conspiraciones de The Manchurian Candidate. No obstante, el elemento de lo sobrenatural y extraño la coloca en una esfera completamente diferente, algo que recuerda al cine de humor negro de los años 80, aunque con un enfoque más contemporáneo.


El vestuario de Rumours se distingue por su tono intencionadamente exagerado, con trajes y atuendos que se ajustan a las características de cada líder mundial. El estilo de cada uno está diseñado no solo para representar su nación, sino también para reflejar sus peculiaridades dentro de la comedia del filme. La representación de Angela Merkel, por ejemplo, se hace mediante una vestimenta sobria y austera, mientras que el presidente estadounidense, inspirado en Joe Biden, es retratado con un look más relajado pero inconfundible. La atención al detalle en los trajes subraya la parodia política sin necesidad de comentarios directos, acentuando los elementos cómicos de cada figura.


La música en Rumours tiene un papel fundamental en la creación de una atmósfera extraña y a veces inquietante. La composición, que oscila entre lo cómico y lo siniestro, juega un papel clave en acentuar el absurdo de la trama. Por otro lado, la fotografía, con sus planos largos y composiciones cuidadosamente construidas, subraya el aislamiento y la tensión en la que se encuentran los personajes. Las imágenes de los líderes rodeados por la oscuridad del bosque y la niebla, junto con los momentos de parálisis emocional y confusión, son impactantes y evocadoras. La fotografía crea una sensación de claustrofobia que se mezcla bien con el desarrollo de los acontecimientos, ayudando a que el misterio se mantenga, aunque la trama pierda fuerza.


Una de las anécdotas interesantes del rodaje de Rumours es la manera en que los actores tuvieron que trabajar sus escenas dentro de un espacio cerrado, lo que permitió una interacción más intensificada y cómica entre ellos. La convivencia durante el rodaje, lejos del bullicio del exterior, parece haber creado un ambiente propicio para los giros excéntricos del guion, con improvisaciones que enriquecieron algunas escenas clave. Según las entrevistas con los realizadores, el elenco pasó mucho tiempo discutiendo la política y los eventos actuales, lo que se tradujo en un enfoque aún más satírico y cargado de referencias a los vaivenes de la política mundial.


Rumours es, en última instancia, una sátira política que busca ridiculizar las figuras del poder mundial y la absoluta desconexión de sus problemas más personales frente a las crisis globales. Sin embargo, más allá de la parodia y el humor negro, Maddin y su equipo parecen querer transmitir la fragilidad inherente al poder y la insignificancia de las acciones humanas frente a lo incomprensible o lo sobrenatural. En su desbordante caos y sus giros insensatos, Rumours subraya un mensaje central: incluso los más poderosos, cuando se enfrentan a lo desconocido, quedan atrapados en la misma ignorancia y miedo que cualquier otra persona.


Aunque la película pierde algo de su vigor en su segunda mitad y podría haberse beneficiado de una duración más ajustada, su tono irreverente y su mirada mordaz sobre la política moderna le otorgan un lugar interesante dentro de la comedia satírica actual. Rumours nos recuerda, con humor negro y absurda valentía, que incluso los líderes del mundo no tienen ni idea de lo que está pasando, y en última instancia, todos estamos igual de perdidos.


Xabier Garzarain 




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