“Los destellos” la bondad y la empatía.
Pilar Palomero es una directora cuya trayectoria cinematográfica ha sido una exploración constante de las emociones humanas más profundas, especialmente aquellas que surgen en las relaciones familiares y la transición de la infancia a la madurez. Desde su aclamado debut con Las niñas (2020), Palomero ha sido reconocida por su capacidad para captar momentos de introspección y crecimiento, reflejando con sutileza los dilemas universales a través de personajes complejos. La película que nos ocupa, Los destellos (2024), da un paso más en su evolución como cineasta, desplazándose desde la visión de la juventud hacia un relato más maduro sobre el arrepentimiento, las segundas oportunidades y el proceso de reconciliación con el pasado.
La película sigue a Isabel (interpretada magistralmente por Patricia López Arnaiz), quien se ve obligada a enfrentarse a los resentimientos de un matrimonio fallido cuando su hija Madalen (Marina Guerola) le pide que visite a Ramón (Antonio de la Torre), su exmarido, quien se encuentra gravemente enfermo. Este reencuentro no solo revive viejos dolores, sino que también le ofrece an Isabel la oportunidad de entender mejor su vida presente. La trama se desarrolla en un delicado balance entre el pasado y el presente, mientras Isabel trata de navegar por sus emociones encontradas y encontrar una forma de cerrar un capítulo importante de su vida.
La dirección de Palomero es introspectiva y sensible, algo que ya había dejado ver en Las niñas, pero aquí lo hace con una visión más madura. Su enfoque sobre las relaciones familiares, especialmente la de una ex pareja que se reencuentra en un momento tan vulnerable, refleja las complejidades de la vida adulta: los recuerdos dolorosos, las segundas oportunidades y la necesidad de perdonar, tanto a los demás como a uno mismo. Si bien los temas tratados en Los destellos son universales, la directora logra darles un giro único, aportando una mirada fresca a los desafíos emocionales de la madurez.
El salto de Palomero de la visión de la infancia en Las niñas a la reflexión madura de Los destellos es natural, pero al mismo tiempo significativo. En Las niñas, la directora se centró en los detalles pequeños pero cruciales de la transición de una niña hacia la adolescencia, una etapa de su vida que define no solo su identidad, sino también sus primeras relaciones sociales y familiares. Con Los destellos, Palomero da un paso hacia el estudio de los adultos, enfrentando a Isabel con su pasado y buscando comprensión a través de la vulnerabilidad y la reflexión. Este cambio de enfoque es testimonio de una cineasta que se adapta y crece, pero que sigue explorando las mismas emociones y conflictos humanos fundamentales que dieron forma a su trabajo anterior.
Desde sus primeros trabajos en cortometrajes hasta su aclamado debut en largometrajes, Pilar Palomero ha mostrado un don especial para capturar los matices emocionales de sus personajes y sus entornos. En Ane (2019), aunque un proyecto más pequeño, Palomero ya exploraba el conflicto y la incomodidad en las relaciones familiares. Con Las niñas, no solo se consolidó como una gran cineasta, sino que también demostró una habilidad única para narrar la vida cotidiana a través de los ojos de una niña. Los destellos es el siguiente paso en su evolución, abriendo un nuevo capítulo de su carrera donde no solo enfrenta las mismas emociones, sino que lo hace con una profundidad y complejidad nuevas.
El reparto de Los destellos es uno de sus puntos más fuertes. Patricia López Arnaiz brilla como Isabel, ofreciendo una interpretación llena de sutileza y profundidad emocional. Su evolución a lo largo de la película, desde una mujer distante y resentida hasta alguien capaz de mirar al pasado con una nueva perspectiva, es conmovedora y convincente. Antonio de la Torre, en su papel de Ramón, también destaca por su habilidad para transmitir una vulnerabilidad tan profunda como su personaje requiere, logrando que el espectador comprenda el dolor y arrepentimiento que carga, a pesar de la distancia que ha puesto en su relación con Isabel.
La relación entre los personajes no se limita a ser un simple reencuentro, sino que se construye lentamente a través de pequeños gestos y momentos de introspección. La química entre los actores es palpable, y se siente auténtica, lo que permite a la película profundizar en los aspectos más íntimos de sus vidas.
La música, a cargo de Vicente Ortiz Gimeno, juega un papel crucial en la atmósfera de la película. La banda sonora no solo acompaña, sino que realza las emociones de los personajes, creando una sensación de melancolía y reflexión sin necesidad de sobrecargar la escena. El trabajo de Ortiz Gimeno es sutil, pero efectivo, manteniendo un tono constante que ayuda a transmitir la evolución emocional de Isabel.
La fotografía, de la mano de Daniela Cajías, es igualmente fundamental en Los destellos. La directora de fotografía logra capturar la esencia del paisaje emocional de la película, con planos que reflejan tanto la soledad como la conexión. Los escenarios son cuidadosamente elegidos para reflejar la tensión interna de los personajes, y la iluminación suave y delicada refleja la atmósfera introspectiva de la película. La obra de Cajías no solo embellece la historia, sino que la complementa perfectamente, ayudando a crear una atmósfera que resalta la naturaleza melancólica y reparadora de la película.
El vestuario, diseñado por Arantxa Ezquerro, también es clave para definir a los personajes. El contraste entre los trajes de Isabel, que reflejan su vida austera y contenida, y los de Ramón, que denotan su fragilidad y envejecimiento, se convierte en un elemento visual importante que refleja sus respectivas evoluciones emocionales. A través de pequeños detalles, como la ropa y los objetos que los rodean, el vestuario ayuda a contar una historia que va más allá de lo que se dice en los diálogos.
Los destellos es una obra que no solo busca reflexionar sobre las relaciones familiares, sino también sobre el concepto del tiempo y la necesidad de reconciliación. Pilar Palomero ofrece una visión introspectiva de los desafíos emocionales que enfrentan los adultos a medida que se enfrentan a sus pasados y a las personas con las que alguna vez compartieron su vida. A través de la maestría de su guion, la profundidad de las interpretaciones y la delicadeza de la dirección, Los destellos se erige como una obra que invita a la reflexión, sobre todo sobre el valor del perdón y la importancia de mirar hacia adelante sin olvidar lo que hemos vivido. Pilar Palomero sigue demostrando que es una cineasta capaz de captar la esencia de las emociones humanas más universales con una sensibilidad única.
Xabier Garzarain


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