Oddity: Ecos de lo Desconocido”

 Esta película de terror irlandesa, que destaca por su intrigante trama de tintes paranormales, fue presentada en el Festival de Sitges y ha captado la atención durante el verano. ‘Oddity’, dirigida y escrita por Damian McCarthy, ha despertado gran interés entre los aficionados al género.

En esta historia de horror e intriga familiar, Damian McCarthy presenta a Darcy, una médium ciega y vendedora de curiosidades, cuya vida ha quedado marcada por la trágica muerte de su hermana gemela. La película explora la relación entre el duelo, lo sobrenatural y la inquietud que se esconde en lo cotidiano, mientras un siniestro maniquí de madera en su tienda va desvelando los oscuros secretos en torno al asesinato.


El ritmo de la película mantiene un equilibrio entre la tensión pausada y momentos de revelación que permiten al espectador adentrarse en la vida emocional de Darcy. Este tempo lento, a menudo característico del cine de horror psicológico, genera una atmósfera de suspense. Sin embargo, en algunos puntos, la lentitud puede resultar excesiva, alargando ciertas escenas más allá de lo necesario, aunque este recurso acentúa el peso del duelo y la angustia constante de la protagonista.



La trama es ingeniosa, con giros bien colocados que mantienen el interés y desafían al espectador. Cada paso en la historia aporta una pieza al rompecabezas del misterio del asesinato, llevando la atención del espectador de vuelta al maniquí, que se convierte en un símbolo tanto de lo macabro como del vínculo que Darcy todavía siente con su hermana. Es un planteamiento que recuerda a clásicos de horror como Poltergeist o Hereditary, en los que un objeto de lo cotidiano deviene en el eje de lo sobrenatural.


La interpretación de Carolyn Bracken como Darcy es excepcional; su actuación transmite una mezcla de fragilidad y determinación que sostiene gran parte del peso emocional de la película. A pesar de la ceguera del personaje, Bracken consigue un lenguaje corporal expresivo, intensificando la sensación de aislamiento y la dependencia que Darcy tiene de sus habilidades psíquicas para navegar en un mundo de sombras y memorias. El elenco secundario, liderado por Gwilym Lee y Tadhg Murphy, aporta matices adicionales a la historia; en particular, Murphy brinda una actuación que añade inquietud y refuerza las dudas y las interpretaciones ambivalentes de cada personaje sobre el misterio en torno a la hermana gemela.


La película se inscribe en la tradición del horror psicológico y comparte conexiones temáticas con títulos contemporáneos, como The Babadook o The Others, en su manera de mezclar temas de duelo y dolor personal con lo sobrenatural. Sin embargo, a diferencia de otras películas del género que optan por un terror explícito o violento, McCarthy apuesta por un horror más sutil, psicológico, jugando con el vacío y las emociones que los personajes no expresan verbalmente. Esta elección, aunque diferenciadora, puede frustrar a espectadores que buscan un horror más intenso o visual.


El atrezo es un elemento crucial en esta película. El gabinete de curiosidades de Darcy se convierte casi en un personaje en sí mismo, repleto de objetos antiguos y extraños que subrayan la temática de lo macabro. El maniquí de madera es el punto focal del diseño de producción: su apariencia desgastada y su postura inquietante lo transforman en un emblema de lo desconocido. El vestuario de Darcy y el entorno que la rodea están diseñados en tonos oscuros y apagados, lo cual potencia la sensación de aislamiento y subraya el dolor de su pérdida.



La banda sonora juega con notas bajas y disonantes, subiendo en intensidad en los momentos de mayor tensión, sin sobresaturar la atmósfera. Las pausas en la música también son utilizadas inteligentemente para acentuar el silencio y la soledad que rodean a Darcy. Este minimalismo musical se asemeja al estilo de películas como A Quiet Place, donde los sonidos mínimos adquieren una importancia crucial.


La fotografía de la película contribuye a su tono inquietante: predominan las sombras, los encuadres cerrados y el uso de una iluminación baja. La cámara se acerca en ocasiones de manera casi incómoda al rostro de Darcy, mostrando sus cicatrices físicas y emocionales, en contraste con tomas amplias del gabinete, donde el maniquí parece observar todo desde un rincón oscuro. La cinematografía logra transmitir la claustrofobia y la sensación de estar atrapados en una pesadilla de la que es difícil despertar.


En resumen, esta película no solo es una historia de horror, sino una exploración del duelo y la memoria. McCarthy parece decirnos que los muertos nunca desaparecen del todo, sobre todo para aquellos que, como Darcy, siguen buscando respuestas en el pasado. En este sentido, el filme nos invita a reflexionar sobre el peso del pasado y cómo este puede atrapar a los vivos. La narrativa y las interpretaciones profundas convierten esta película en una experiencia de horror sobria y reflexiva, que perdura en la mente del espectador mucho después de que las luces se encienden.


Xabier Garzarain 




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