“Rethinking Time: ‘Things Will Be Different’ y el Eco de ‘Back to the Future’”
El ritmo de “Things Will Be Different” está cuidadosamente dosificado, permitiendo a los espectadores sumergirse en un ambiente oscuro que se torna más inquietante a medida que avanza la historia. La trama sigue a dos criminales, interpretados por Adam Thompson y Riley Dandy, quienes, en un intento por evadir sus problemas presentes, terminan refugiándose en el pasado. Sin embargo, su viaje no es la clásica aventura de ciencia ficción; Felker nos muestra cómo el pasado también se convierte en una prisión, enfatizando que escapar de las consecuencias es imposible, sin importar el tiempo en el que uno se esconda. La película crea una narrativa donde la línea entre el futuro y el pasado se difumina, y cada instante se vuelve un espejo para la tragedia personal de los personajes.
La interpretación de los actores es crucial en esta película, y el elenco ofrece actuaciones sólidas y contenidas que resaltan el peso emocional de la historia. Adam Thompson y Riley Dandy destacan al dar vida a personajes llenos de arrepentimientos y frustraciones, quienes transmiten un sufrimiento constante y silencioso. Su química en pantalla y la tensión entre ellos reflejan la complicidad, el desgaste y la inevitable confrontación de sus conflictos internos. Sarah Bolger y Chloe Skoczen aportan una profundidad emocional adicional, representando figuras del pasado que evocan los errores y relaciones fallidas que persiguen a los protagonistas. Los personajes secundarios, interpretados por figuras como Justin Benson, añaden capas a la narrativa sin desviar la atención de los protagonistas, sino intensificando su dolor y la sensación de
“Things Will Be Different” se alinea con el tipo de ciencia ficción introspectiva que encontramos en películas como Primer (2004) de Shane Carruth o Timecrimes (2007) de Nacho Vigalondo, que utilizan el viaje en el tiempo no como una excusa para la acción, sino para cuestionar la naturaleza humana y el peso de las decisiones. A diferencia de películas de alto presupuesto como Looper (2012), Felker y su equipo se concentran en un estilo minimalista que recuerda a la “ciencia ficción realista” que sigue un enfoque más deprimente y casi nihilista. Este enfoque también evoca la influencia de Justin Benson y Aaron Moorhead, quienes son productores ejecutivos del filme y cuyo estilo característico se hace notar en la ambientación inquietante y el uso de conceptos cósmicos.
El atrezo y el vestuario en la película están diseñados para enfatizar el tono melancólico y desgastado del relato. Los atuendos de los personajes son sencillos y reflejan un paso en el tiempo hacia un pasado opaco y desgastado, sin caer en una representación estilizada. Las prendas de tonos apagados y las pocas herramientas tecnológicas de las que disponen realzan la crudeza de su situación, recordándonos constantemente que los protagonistas están atrapados en una especie de limbo atemporal.
La banda sonora, compuesta por Jimmy LaValle y Michael A. Muller, es otro aspecto fundamental en la atmósfera de la película. La música es sutil y melancólica, evitando ser intrusiva; en cambio, permite que el espectador se hunda en el estado emocional de los personajes. Los silencios prolongados y las notas tenues contribuyen a esa sensación de soledad y desasosiego que define la narrativa.
La fotografía de Carissa Dorson complementa este tono con una paleta de colores desaturada y una composición de planos oscuros, que evocan una sensación de aislamiento y distorsión. Dorson utiliza sombras profundas y una iluminación tenue que transforman los espacios ordinarios en entornos casi oníricos y atemporales. Las escenas en exteriores, rodadas en áreas desoladas, realzan el vacío existencial en el que los personajes están atrapados.
Durante el rodaje, Felker y su equipo enfrentaron el desafío de crear un mundo creíble de ciencia ficción sin recurrir a efectos especiales llamativos, apostando en cambio por una estética minimalista y emocionalmente cargada. La inspiración de Felker proviene de su interés en el efecto del tiempo y el arrepentimiento, temas que se nutrieron de sus experiencias personales y de influencias cinematográficas como las obras de Tarkovski, especialmente Stalker (1979), donde el entorno es una extensión de la psique de los personajes.
En conclusión, “Things Will Be Different” es una obra que desafía las convenciones del género, entregándonos una experiencia cinematográfica visceral y oscura. Michael Felker utiliza la narrativa de los viajes en el tiempo para recordarnos que el pasado y el presente están entrelazados, y que ningún refugio temporal puede eximirnos de enfrentar las consecuencias de nuestras acciones. Su mensaje es claro: la redención no se encuentra en escapar, sino en confrontar los errores del pasado y aceptar la realidad de nuestras decisiones. La película es un recordatorio inquietante de la imposibilidad de reescribir nuestras historias, presentando una reflexión sobre la resignación y la búsqueda de sentido en un ciclo de errores humanos.
Xabier Garzarain



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