“Robot salvaje” La película de animación más bella y sensible del año.

 Chris Sanders, conocido por su labor como co-director en clásicos como Lilo y Stitch y Cómo entrenar a tu dragón, ha demostrado a lo largo de su carrera una habilidad innata para contar historias que combinan humor, emoción y un profundo amor por la naturaleza. Robot Salvaje continúa esta tradición, pero con un giro significativo: aquí, la conexión emocional se ve enriquecida por la exploración de temas como la orfandad, la pertenencia y la maternidad en un contexto que desafía las convenciones del género animado. Su experiencia anterior en el desarrollo de personajes entrañables y su habilidad para crear mundos vibrantes se reflejan de manera magistral en esta


La narrativa de Robot Salvaje se despliega de manera orgánica, estableciendo un ritmo pausado que permite al espectador sumergirse en el entorno hostil pero fascinante de la isla. La historia de Roz, un robot que naufraga y aprende a convivir con los animales de la isla, se desarrolla a través de momentos de introspección y descubrimiento. Aunque el segundo acto introduce subtramas que pueden sentirse forzadas, el viaje emocional de Roz y su relación con el ganso huérfano, Bribón, siguen siendo el núcleo de la historia. Este enfoque en el desarrollo del personaje refuerza el mensaje central sobre la búsqueda de un hogar y la importancia de las relaciones interpersonales.



Las voces de un elenco estelar, que incluye a Lupita Nyong’o y Pedro Pascal, añaden una profundidad innegable a los personajes. La interpretación de Nyong’o como Roz es especialmente notable, capturando la vulnerabilidad y la determinación del robot mientras navega por su nuevo entorno. Pascal, como Bribón, aporta un toque de humor y ternura, haciendo que su evolución a lo largo de la película sea tanto divertida como conmovedora. La química entre ambos personajes es palpable, lo que hace que su conexión emocional resuene con la audiencia.


En un panorama cinematográfico que ha visto una proliferación de narrativas sobre la relación entre humanos y naturaleza, Robot Salvaje se destaca no solo por su estética visual, sino también por su enfoque emocional. A menudo comparada con obras de Studio Ghibli, la película logra capturar la magia de la naturaleza y el poder de la amistad en una forma que recuerda a clásicos como Mi vecino Totoro y La princesa Mononoke. Sin embargo, a diferencia de algunas de estas películas, Robot Salvajepresenta un humor más oscuro y una trama que aborda la muerte y la pérdida, lo que añade una capa de complejidad a su narrativa.


Visualmente, la película es un festín para los sentidos. Cada fotograma parece diseñado con meticulosidad, evocando la sensación de un libro de arte que cobra vida. El vestuario de los personajes animales es ingenioso, reflejando sus personalidades y adaptaciones al entorno. La música, compuesta por un entramado sonoro que complementa la historia, ayuda a establecer la atmósfera emocional, llevando al espectador desde momentos de ligereza hasta escenas de profunda


La fotografía de Robot Salvaje es, sin duda, uno de sus puntos fuertes. Los paisajes vibrantes y los intrincados detalles del entorno natural evocan una sensación de asombro, permitiendo que la audiencia se sumerja en la belleza de la isla. Cada plano, cuidadosamente diseñado, no solo cuenta una historia visual, sino que también enriquece la narrativa emocional, convirtiendo la película en una experiencia sensorial integral.


En resumen , Robot Salvaje es una obra que, aunque juega con algunos clichés del género, logra transformarlos a través de su narrativa conmovedora y su estilo visual deslumbrante. Chris Sanders ha creado una película que toca fibras emocionales profundas, invitando a la reflexión sobre la búsqueda de la identidad y la necesidad de pertenencia. A pesar de algunas desviaciones narrativas en su segundo acto, el film se sostiene por la calidad de su escritura, la riqueza de sus personajes y su mensaje sobre el amor incondicional. Esta película no solo entretiene, sino que también nos recuerda que, al final del día, todos buscamos un lugar al que llamar hogar.


Xabier Garzarain 



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