“Soy Nevenka” un canto a la justicia.

 Icíar Bollaín es una de las directoras más prestigiosas del cine español contemporáneo, conocida por su sensibilidad para contar historias que abordan temáticas sociales y personales con profundidad y honestidad. A lo largo de su carrera, ha demostrado un firme compromiso con cuestiones de derechos humanos, desigualdad de género y justicia social. Películas como Te doy mis ojos (2003), que trata sobre la violencia de género, o Yuli (2018), un biopic sobre el bailarín Carlos Acosta, son ejemplos de su capacidad para explorar emociones humanas intensas y hacer un comentario social relevante. Soy Nevenka, basada en hechos reales, se inserta en esta línea de su cine comprometido, siendo una obra que refleja el coraje y la lucha de una mujer que rompió el silencio en una época en la que hacerlo era mucho más difícil.


Soy Nevenka se centra en la historia real de Nevenka Fernández, una concejala de Hacienda en el Ayuntamiento de Ponferrada, quien en el año 2000 se convirtió en la primera mujer en España en llevar a un político ante los tribunales por acoso sexual. En un contexto donde el poder masculino y la impunidad política estaban fuertemente arraigados, la denuncia de Nevenka fue un acto de valentía que la convirtió en pionera, anticipando muchos de los movimientos que luego ganarían fuerza, como el #MeToo.



El ritmo de la película es reflexivo pero tenso, un balance adecuado para una historia que no solo narra los hechos judiciales, sino que también profundiza en el impacto psicológico y emocional que tuvo en la vida de la protagonista. Bollaín utiliza una estructura narrativa que intercala escenas del juicio con flashbacks, lo que permite al espectador entender cómo el acoso y la persecución del alcalde destruyeron el mundo interior de Nevenka antes de que ella decidiera dar el paso crucial de denunciar.



El juicio y el drama personal se entrelazan de manera que el espectador es llevado a través de los momentos más oscuros y desesperados de la vida de la protagonista, sin caer en la victimización simple, sino más bien en una reivindicación de su fortaleza. La tensión nunca decae, y cada avance en la narrativa judicial refuerza la sensación de impotencia frente a un sistema patriarcal que intentaba proteger al agresor.



El vestuario en Soy Nevenka es sobrio y refleja el contexto político y personal de la protagonista. Nevenka, interpretada con maestría por la actriz principal, aparece con trajes formales que representan su papel como concejala y mujer profesional en un mundo dominado por hombres. Al mismo tiempo, estos trajes se convierten en una especie de armadura emocional que oculta sus vulnerabilidades. A medida que la trama avanza y Nevenka se expone públicamente, el vestuario se utiliza de forma simbólica para reflejar su lucha interna y su proceso de liberación.



La música, compuesta por melodías sutiles y minimalistas, complementa perfectamente el tono de la película. La banda sonora nunca es intrusiva; más bien acompaña los momentos de mayor tensión emocional, especialmente durante las escenas del juicio y los enfrentamientos con el alcalde. El uso de la música es comedido, lo que permite que los diálogos y las interpretaciones de los actores resalten como los principales vehículos de emoción.


Las interpretaciones en Soy Nevenka son una de las mayores fortalezas de la película. La actriz que interpreta a Nevenka ofrece una actuación sobresaliente, transmitiendo con una mezcla de sutileza y potencia el dolor, la frustración y la determinación de su personaje. Su transformación, de una mujer profesional acosada y acorralada a una figura pública que lucha por sus derechos, es convincente y profundamente emotiva. A través de su interpretación, el espectador es capaz de sentir el peso de la batalla emocional y psicológica que enfrenta.



El actor que interpreta al alcalde acosador también realiza un trabajo formidable. Con una actuación fría y calculada, su personaje encarna a la perfección el abuso de poder y la falta de remordimiento que caracterizaba a muchas figuras políticas de la época. La dinámica entre él y Nevenka está llena de tensión y genera momentos de gran impacto dramático.



Soy Nevenka se inscribe dentro del género de dramas judiciales y películas basadas en hechos reales que abordan la temática del acoso sexual y el abuso de poder. En este sentido, se puede comparar con filmes como The Assistant (2020) de Kitty Green o Bombshell (2019), ambas centradas en denunciar la cultura de abuso en entornos laborales dominados por hombres. Sin embargo, Soy Nevenka tiene un enfoque más intimista, similar al de Te doy mis ojos, también dirigida por Bollaín, donde la película no solo se enfoca en el aspecto legal, sino también en el proceso psicológico de la víctima.



El tema del juicio público y la lucha contra un sistema de poder que protege al agresor conecta esta película con obras como Spotlight (2015), que denuncia los abusos dentro de la Iglesia Católica, o The Accused (1988), protagonizada por Jodie Foster. Sin embargo, lo que hace única a Soy Nevenka es su contexto político español y su lugar como precursora en un país que no estaba preparado para una denuncia de tal magnitud.


Con Soy Nevenka, Icíar Bollaín ha creado una película potente y necesaria, no solo por su importancia histórica, sino también por su relevancia actual en el contexto del movimiento #MeToo. La película se erige como un recordatorio de que las mujeres, incluso en las posiciones más visibles y poderosas, han sido sistemáticamente silenciadas y perseguidas cuando decidieron alzar la voz contra sus agresores.


El mensaje de Bollaín es claro: la lucha por los derechos de las mujeres y por la justicia en los casos de acoso sexual y laboral es una batalla que sigue vigente, y Soy Nevenka pone de relieve el enorme coste personal que estas denuncias pueden tener para las víctimas. La película no solo busca retratar un caso específico, sino hacer un llamamiento para que se cuestionen las estructuras de poder que permiten que estos abusos ocurran, algo que sigue siendo alarmantemente relevante hoy en día.


Con una dirección precisa y un guion que nunca cae en el sensacionalismo, Bollaín ha creado una obra profundamente emotiva y política, que no solo honra el coraje de Nevenka Fernández, sino que también sirve como inspiración para futuras generaciones de mujeres que buscan justicia.


Xabier Garzarain 




Comentarios

Entradas populares de este blog

“Sirat”: un puente invisible entre la pérdida y el misterio.

“Emilia Pérez: Transformación y poder en un juego entre el crimen y la identidad”

“La Sustancia”: Jo que noche.