“The Sympathy of the Devil: La Psicología del Mal en un Viaje Imparable”

 Yuval Adler, director israelí conocido por su enfoque de cine psicológico y de tensión, ha logrado una evolución significativa en su carrera, y con The Sympathy of the Devil lleva su arte a un nivel intrigante y visceral. Nacido en Tel Aviv, Adler comenzó su carrera como escritor y director de cine, explorando la complejidad humana, las emociones intensas y los dilemas éticos. Su ópera prima, Bethlehem (2013), fue un impresionante thriller político que le valió varios premios y reconocimiento internacional. En esa película, Adler comenzó a establecer su enfoque característico: personajes atrapados en situaciones extremas que ponen a prueba su moralidad y resistencia psicológica.


Tras ese éxito, sus trabajos posteriores continuaron con la misma intensidad emocional. The Operative(2019), protagonizada por Diane Kruger, exploró el espionaje, el amor y las lealtades traicionadas, manteniendo ese enfoque en el conflicto interno de los personajes. En The Sympathy of the Devil, Adler regresa a su territorio favorito: el suspenso psicológico, pero esta vez se adentra en una narrativa aún más profunda, casi filosófica, sobre el poder, la manipulación y la lucha por el control.



El argumento de The Sympathy of the Devil coloca al espectador en una intrincada partida de ajedrez, donde las reglas parecen cambiar en cada momento. Un hombre, aparentemente inocente, se ve obligado a conducir a un pasajero misterioso a punta de pistola. Lo que comienza como un simple intercambio se convierte rápidamente en un juego de mente y control, en el que nada es lo que parece. A medida que la película avanza, las líneas entre lo real y lo ficticio se desdibujan, y los personajes parecen estar atrapados en una espiral que los arrastra hacia un destino inevitable.



El ritmo de la película es impecable, creando una sensación de constante tensión. Adler utiliza el espacio de manera hábil, y los momentos de silencio son tan poderosos como los diálogos cargados de intenciones ocultas. Los giros en la trama están meticulosamente estructurados, manteniendo al espectador al borde de su asiento, pero no de una manera que sea fácil de predecir. Cada revelación es sorprendente y, al mismo tiempo, deja entrever que todo ha sido diseñado desde el principio.



La interpretación de los personajes es fundamental para el éxito de la película. El personaje principal, interpretado por Joel Kinnaman, se encuentra atrapado en una maraña de engaños y manipulaciones, mientras que el misterioso pasajero, interpretado por un inquietante Dwayne Johnson, aporta una presencia ominosa que no puede ser ignorada. Los dos actores logran un equilibrio perfecto entre tensión y vulnerabilidad, ofreciendo actuaciones que son tanto intensas como sutiles. La interacción entre ambos es el motor que impulsa la trama hacia su inesperado desenlace.



En cuanto a la fotografía, el director de fotografía, Yaron Scharf, hace un trabajo excepcional al crear una atmósfera sombría y opresiva. La película transcurre en un ambiente claustrofóbico, un espacio que se va cerrando gradualmente sobre los personajes. Scharf aprovecha los encuadres cerrados y las sombras dramáticas para amplificar la sensación de amenaza constante, reforzando el tema de la desesperación y el control. Las escenas de la carretera, donde los personajes viajan a través de paisajes solitarios, se sienten como una metáfora visual de la soledad interior de los mismos.



El vestuario, diseñado por Rona Glickman, juega un papel esencial en el desarrollo de los personajes. Mientras que el vestuario del personaje de Kinnaman es funcional y austero, reflejando su persona atrapada en una rutina de vida monótona, el atuendo de Johnson es un reflejo de su personaje misterioso y dominante, con colores oscuros y cortes que sugieren su implacable control. La ropa no es solo un elemento visual, sino un reflejo de las tensiones subyacentes que se desenvuelven a lo largo de la película.



La música, compuesta por A.R. Rahman, se convierte en otro personaje dentro de la trama. Con un enfoque minimalista y oscuro, la banda sonora se adapta perfectamente a la atmósfera de la película, aumentando la intensidad emocional de las escenas más clave. Rahman utiliza elementos de música electrónica y orquestal para crear una textura sonora que resalta las emociones complejas de los personajes y los giros de la trama.



The Sympathy of the Devil no es solo una película sobre manipulación y control, sino también una reflexión sobre la lucha interna del ser humano frente a las fuerzas externas que lo dominan. Adler ha creado una obra que, aunque de naturaleza tensa y psicológica, también ofrece una reflexión profunda sobre la moralidad, la vulnerabilidad y el poder de las decisiones individuales. La obra destaca la importancia de la resistencia personal frente a la tentación y la manipulación, y cómo a veces la línea entre la víctima y el victimario puede ser increíblemente difusa.



La película invita al espectador a cuestionarse hasta qué punto las decisiones de la vida están realmente bajo el control de los individuos o si están siendo dictadas por fuerzas externas más allá de su comprensión. ¿Es el destino de los personajes una cuestión de elección o están predestinados a seguir un camino trazado por alguien más? Esta pregunta persiste mucho después de que los créditos hayan finalizado, y es una que Yuval Adler deja al espectador para que la reflexione.



En conclusión, The Sympathy of the Devil es una obra intrigante y compleja que captura la esencia de la narrativa psicológica mientras explora las dinámicas de poder, control y manipulación. Yuval Adler ha logrado un trabajo impresionante al mantener al público en vilo durante toda la película, mientras les ofrece una profunda reflexión sobre los dilemas morales que los personajes enfrentan. Es una obra que permanecerá en la mente de los espectadores mucho después de que termine, dejándolos cuestionando las dinámicas de poder en su propia vida y en el mundo que los rodea. Adler continúa mostrando su talento para crear películas que no solo entretienen, sino que también invitan a la reflexión sobre los aspectos más oscuros de la naturaleza humana.


La lección que The Sympathy of the Devil nos deja es que, si bien el control y el poder pueden parecer los mayores logros de la existencia humana, también son los más peligrosos. A través de esta película, Adler no solo nos ofrece una historia de suspenso, sino que nos presenta una alegoría sobre las luchas que todos enfrentamos dentro de nosotros mismos, entre lo que deseamos y lo que somos capaces de hacer para obtenerlo. El control, al final, es solo una ilusión. Esta película nos invita a cuestionar hasta qué punto nuestras acciones son libres y, en última instancia, qué es lo que realmente define nuestra humanidad.


Xabier Garzarain 




Comentarios

Entradas populares de este blog

“Sirat”: un puente invisible entre la pérdida y el misterio.

“Emilia Pérez: Transformación y poder en un juego entre el crimen y la identidad”

“La Sustancia”: Jo que noche.