“¿Es el enemigo?, la película de Gila”: Cuando el humor se convierte en la mejor arma de supervivencia.”
¿Es el enemigo? La película de Gila, dirigida por Alexis Morante, se configura como una de las propuestas cinematográficas más ambiciosas y complejas del cine español contemporáneo. Con una mezcla de comedia y drama en torno a la figura de Miguel Gila, uno de los humoristas más queridos de España, la película ofrece un viaje emocional a través de la historia, el sufrimiento y la resiliencia de un hombre que hizo del humor su defensa ante las atrocidades de la Guerra Civil Española. Para abordar este filme de forma profunda, es necesario considerar la trayectoria de su director, el enfoque narrativo, la interpretación de los actores, el trabajo de la fotografía y la música, y la relación con otras obras cinematográficas de temática similar. Todo ello, por supuesto, desde un análisis meticuloso y detallado, digno de un crítico cinematográfico profesional.
Alexis Morante es un director con una filmografía que se ha caracterizado por explorar la fragilidad humana a través de diversos géneros. Desde sus inicios, Morante ha demostrado un talento para capturar la complejidad de los personajes y las situaciones extremas en las que se encuentran. En su carrera, ha pasado por diversas etapas, desde la comedia hasta el drama más oscuro, sin perder de vista su interés por la psicología de los individuos inmersos en contextos límite.
Su anterior trabajo, El alma de la fiesta (2018), aunque más cercano a la comedia de entretenimiento, ya mostraba su capacidad para jugar con los matices emocionales, alternando momentos de humor con otros de mayor carga dramática. Con ¿Es el enemigo?, Morante da un paso significativo en su carrera, moviéndose a un terreno mucho más profundo, donde la comedia no es solo un elemento superficial, sino una herramienta de resistencia frente a las tragedias de la guerra. En este sentido, el director aborda la figura de Gila con una mirada sensible y compleja, sin caer en la simple caricatura del personaje, sino explorando las contradicciones de un hombre que, a pesar de las adversidades, usó su talento para hacer frente a la crueldad de su tiempo.
El retrato de Gila, lejos de ser una biografía convencional, se convierte en un reflejo de la capacidad humana para encontrar luz en los momentos más oscuros. Esta película, entonces, es tanto un homenaje a la figura del cómico como una meditación sobre la resiliencia. Morante, en este sentido, nos muestra una evolución como director, capaz de trascender los límites de la comedia para ofrecer una historia cargada de matices emocionales y sociales.
El ritmo de ¿Es el enemigo? está cuidadosamente trabajado para reflejar las fluctuaciones emocionales de la vida de Gila. El filme comienza con una calma aparente, un tono algo melancólico, pero a medida que se adentra en la tragedia de la Guerra Civil, la narrativa se va intensificando, alternando entre momentos de extrema angustia y escenas de comedia casi surrealista. La estructura del guion no es lineal, sino que juega con el tiempo y las perspectivas, mostrando la evolución de Gila desde su juventud hasta su consagración como humorista en tiempos de guerra.
Este ritmo dinámico es uno de los elementos más fascinantes de la película, pues refleja la propia naturaleza de Gila como artista: capaz de transitar entre la tragedia y la comedia, de transformar el dolor en risa, sin perder su humanidad. Sin embargo, este constante vaivén de emociones puede resultar algo desconcertante en algunos momentos, sobre todo cuando el guion opta por cambios de tono demasiado bruscos. Aunque la estructura es coherente dentro de la propuesta de Morante, la transición entre las escenas dramáticas y cómicas no siempre resulta tan fluida como podría haber sido, y esto puede desconcertar al espectador.
La trama gira en torno a los años más turbulentos de la vida de Gila, comenzando en los días previos a la Guerra Civil y siguiéndolo en su paso por el frente, la cárcel y sus primeras experiencias en el mundo del humor. Lo que podría haber sido una historia puramente bélica se transforma en un relato de resistencia y supervivencia, en el que la comedia es la única vía para enfrentarse a la brutalidad del conflicto. La película no solo relata los hechos de su vida, sino que también reflexiona sobre la naturaleza del humor como mecanismo de defensa frente al horror.
El guion de ¿Es el enemigo? es un testimonio de la capacidad de sus guionistas – Alexis Morante, Raúl Santos y José Alba – para capturar la complejidad de un personaje como Gila. El guion se desarrolla a través de un diálogo entre el pasado y el presente, alternando recuerdos de la Guerra Civil con las vivencias de Gila como cómico ya adulto. El retrato de la guerra no es gratuito, ni se limita a ser una mera escenografía; la violencia y la represión son constantes, pero la forma en que Morante y los guionistas las abordan es siempre a través de los ojos de Gila, quien las enfrenta con un humor casi absurdo, que a menudo corta la tensión de la violencia.
El guion se adentra también en los dilemas éticos y emocionales de los personajes, haciendo que cada uno de ellos, desde el propio Gila hasta los compañeros de lucha y amigos, evolucione frente a la guerra. El humor no es solo un recurso narrativo, sino un personaje en sí mismo, que va transformando las interacciones y la perspectiva de los demás personajes, hasta convertirse en el motor de la supervivencia de Gila.
La interpretación de los actores es uno de los puntos más destacados de ¿Es el enemigo?. Óscar Lasarte, en el papel de Miguel Gila, ofrece una interpretación que combina la ternura, la melancolía y la valentía de un hombre que, a pesar de todo lo que le ocurre, nunca pierde su capacidad de hacer reír. Lasarte es capaz de transmitir la contradicción del personaje de manera brillante: un hombre que, frente a la muerte y la represión, se mantiene fiel a su sentido del humor. Su actuación, lejos de caer en la caricatura, es conmovedora y llena de matices.
Carlos Cuevas, como Pedro, y Natalia de Molina, como la amiga de Gila, ofrecen actuaciones igualmente destacadas. Cuevas encarna con precisión el conflicto interno de un hombre atrapado entre el amor a su país y el rechazo a la violencia, mientras que Molina aporta una calma y humanidad al relato, convirtiéndose en un ancla emocional para Gila. Las interacciones entre estos personajes están cargadas de una tensión emocional que otorga profundidad a la historia.
¿Es el enemigo? se inscribe dentro de una larga tradición de películas que abordan la Guerra Civil Española, pero lo hace desde una perspectiva menos explorada: la del humor como mecanismo de resistencia. A diferencia de películas más solemnes o directamente bélicas, como La lengua de las mariposas o ¡Cuidado con el perro!, esta obra de Morante se atreve a desafiar las convenciones del cine bélico, introduciendo momentos de comedia absurda que, lejos de restar seriedad a la guerra, la humanizan.
Es interesante también compararla con otras películas que exploran el impacto de la guerra en el humor, como El gran dictador de Chaplin, donde el humor se convierte en una herramienta de resistencia frente a la opresión. Sin embargo, lo que diferencia a ¿Es el enemigo? es su enfoque en la figura del cómico español, un tema poco tratado en el cine, lo que le otorga una identidad única dentro del subgénero del cine bélico y biográfico.
La banda sonora de Miguel Santos es uno de los aspectos que más resalta en la película. La música acompaña perfectamente el tono de la historia, modulando la tensión entre la tragedia y la comedia. En los momentos de mayor angustia, la música es austera, casi solemne, mientras que en las escenas de comedia, se convierte en un contrapunto alegre y desenfadado. Esta alternancia entre lo dramático y lo cómico no solo refleja la vida de Gila, sino también la propia estructura emocional de la película.
La dirección artística y el vestuario, de la mano de un equipo de diseñadores comprometidos con la recreación histórica, son impecables. El vestuario de los personajes refleja de manera detallada la España de los años 30, con una particular atención a la autenticidad de la época. El vestuario no es solo un elemento de contexto, sino una extensión de la psicología de los personajes: los trajes de los soldados, los uniformes de los prisioneros, la ropa sencilla de Gila y sus amigos, todo ello ayuda a construir el ambiente opresivo de la guerra.
La fotografía, a cargo de Carlos García de Dios, es otro de los grandes logros de la película. La cámara se mueve con sutileza entre los momentos de calma y los de tensión, capturando la belleza melancólica de una ciudad que se desangra. Los planos generales de Madrid y sus calles destrozas por la guerra contrastan con los primeros planos de los personajes, cuyas expresiones reflejan el dolor, pero también la esperanza. El atrezo, cuidado hasta el último detalle, consigue transportarnos a la España de los años 30, creando una atmósfera de autenticidad que refuerza el impacto emocional de la película.
Al final, ¿Es el enemigo? es mucho más que una simple biografía de Gila. Es una reflexión profunda sobre la naturaleza del sufrimiento y la resistencia humana. El director Alexis Morante nos muestra que, incluso en los momentos más oscuros de la historia, la humanidad tiene la capacidad de resistir, de rebelarse contra la barbarie, y que el humor, ese elemento aparentemente frívolo, puede convertirse en el arma más poderosa frente a la opresión.
El mensaje de la película es claro y profundo: en tiempos de guerra, el enemigo no solo está en el campo de batalla, sino también en nuestra propia capacidad de rendirnos. Gila, como el director nos invita a entender, nos enseña que la vida no tiene que ser una tragedia absoluta; se puede encontrar belleza, aunque sea en medio del caos. La comedia, la risa, la humanidad misma, son actos de resistencia que nos permiten seguir adelante cuando todo parece perdido.
En este sentido, ¿Es el enemigo? se convierte en una obra que no solo narra la vida de un hombre, sino que también transmite un mensaje universal sobre la capacidad humana para enfrentar las adversidades con dignidad y humor, recordándonos que, incluso en los peores momentos, el sentido del humor puede ser una forma de luchar por nuestra humanidad.
Xabier Garzarain



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