“Septiembre 5: Entre la Ambición y la Responsabilidad, el Dilema de Informar la Realidad”

 Tim Fehlbaum es un cineasta cuya trayectoria cinematográfica, aunque aún relativamente breve, muestra una clara evolución hacia el tratamiento de temas contemporáneos y humanos a través de un enfoque narrativo preciso y detallado. Desde su debut en 2011 con la película The First Day of the Rest of Your Life, que le permitió explorar temas como las relaciones familiares y los dilemas existenciales de la juventud, Fehlbaum mostró desde temprano una notable habilidad para capturar la complejidad emocional de sus personajes en situaciones extremas.


Sin embargo, fue con Warrior’s Gate (2016), su incursión en el género de acción y aventura, cuando se consolidó como un director con ambiciones más amplias, abordando el cine de fantasía y la épica. Warrior’s Gate fue una producción internacional con influencias claras de cine de acción asiático, que permitió a Fehlbaum demostrar su capacidad para adaptar su estilo narrativo a un género más comercial, aunque siempre con un sello personal que exploraba temas de autodescubrimiento y de la relación entre lo real y lo imaginario. A pesar de las críticas mixtas que recibió la película, su aproximación al cine de género, que fusionaba la cultura pop con la aventura épica, dejó en claro que Fehlbaum podía navegar entre diferentes estilos y temáticas.


Con Septiembre 5, el cineasta parece haber dado un giro hacia una narración más realista y madura, trasladando su mirada a un evento histórico crucial: el secuestro de los atletas israelíes en los Juegos Olímpicos de Múnich de 1972. En esta película, la ambición de Fehlbaum por entender y reflejar las dinámicas de los medios de comunicación y la ética de la cobertura en vivo se convierte en el núcleo de la trama. Este enfoque más serio y centrado en los dilemas morales y existenciales de los personajes contrasta con la intensidad y el ritmo trepidante de su obra anterior, mostrando un interés por las tensiones psicológicas y la responsabilidad que tienen los medios ante situaciones de crisis.



En términos de su evolución como director, Septiembre 5 refleja la transición de Fehlbaum de ser un director de cine de género a un narrador consciente de la responsabilidad ética en la representación de hechos reales. Si bien sus primeros trabajos mostraron su destreza en la construcción de mundos ficticios, aquí es evidente su capacidad para tratar temas trascendentales con un enfoque más sobrio y directo, sin perder la tensión y el suspenso que tanto le caracterizan. Esta evolución es interesante porque se aleja de las fórmulas narrativas tradicionales para adoptar un estilo más introspectivo y éticamente comprometido.


El ritmo de Septiembre 5 está marcado por una sensación constante de urgencia y presión. Desde el primer minuto, el espectador es arrastrado a un torbellino de decisiones, dilemas éticos y la inestabilidad de la información que fluye a través de los medios. La película está construida como un thriller, pero lo que la distingue de otras películas del género es su enfoque en los personajes que se ven atrapados por las consecuencias de sus propias decisiones, mientras lidian con el flujo continuo de información que se emite en vivo. La estructura de la película está diseñada para reflejar la naturaleza desordenada y a menudo contradictoria de los medios de comunicación, donde lo que es cierto en un momento puede dejar de serlo al siguiente.


Este ritmo acelerado y la incapacidad de los personajes de controlar los eventos a su alrededor crean un sentido de claustrofobia, en el que las decisiones que parecen simples se convierten en momentos de gran angustia. La decisión de Fehlbaum de mostrar las dificultades de los personajes a través de su punto de vista, haciendo que el espectador experimente sus dilemas en tiempo real, es eficaz en la creación de una atmósfera tensa y llena de incertidumbre.



La trama, aunque centrada en los eventos del secuestro, se adentra profundamente en las consecuencias psicológicas de estar en el ojo público. Geoff (John Magaro), un joven productor de televisión, se enfrenta a la presión de hacer que la cobertura sea no solo precisa, sino también impactante, sabiendo que sus decisiones podrían costar vidas. La transición de un programa deportivo a una cobertura en vivo de un secuestro en directo muestra cómo la información puede transformarse en una herramienta de poder, pero también cómo esa misma herramienta puede desbordarse y volverse peligrosa.


Las interpretaciones en Septiembre 5 son cruciales para el éxito de la película, y los actores logran transmitir la complejidad de sus personajes con sutileza y profundidad. John Magaro, en el papel de Geoff, es el corazón de la película, interpretando a un hombre atrapado entre su ambición profesional y la moralidad de sus decisiones. Su evolución a lo largo de la trama refleja la tensión entre el deseo de tener éxito y la necesidad de ser éticamente responsable en situaciones extremas.


Ben Chaplin, como Marvin, ofrece una actuación equilibrada, representando la sabiduría de un hombre que ha visto los altibajos de la televisión en vivo, pero que aún se siente impotente ante el caos de la situación. Mientras tanto, la interpretación de Peter Sarsgaard como Roone Arledge, el icónico ejecutivo de televisión, aporta una capa de autoridad y pragmatismo que resalta las contradicciones inherentes al mundo mediático en el que se desarrollan los eventos.



Leonie Benesch, que interpreta a Marianne, la traductora alemana, también ofrece una interpretación conmovedora, mostrando cómo los personajes secundarios se ven igualmente atrapados por las decisiones que se toman a su alrededor, sin poder controlar el rumbo de los acontecimientos. El elenco en su conjunto contribuye a una atmósfera de incertidumbre, en la que cada personaje parece estar luchando por encontrar su lugar en un mundo donde la información es un arma de doble filo.


El rodaje de Septiembre 5 estuvo marcado por una atención meticulosa al detalle, especialmente en lo que respecta a la recreación de la época. La película tuvo que lidiar con la dificultad de recrear la atmósfera de los años 70, un desafío que se enfrentó a través de la colaboración con diseñadores de vestuario y de producción para asegurarse de que los detalles históricos fueran lo más auténticos posible. Las escenas que recrean la cobertura en vivo de los Juegos Olímpicos de Múnich fueron particularmente complejas, debido a las tensiones inherentes al contexto histórico y la sensibilidad del tema. Para lograr una representación precisa de la cobertura mediática de la época, el equipo de producción consultó con expertos en historia del periodismo y medios de comunicación.


Septiembre 5 guarda similitudes con otras películas que exploran el poder de los medios, como Network (1976), donde se aborda la ética de los medios y su influencia en la sociedad, o The Post(2017), que examina la responsabilidad de los periodistas en momentos de crisis. Sin embargo, lo que distingue a esta película es su enfoque más centrado en las decisiones que toma un individuo dentro del sistema mediático, en lugar de ofrecer una crítica más amplia a los medios de comunicación como institución. La película también guarda relación con el thriller político y de crisis, como The Parallax View (1974), donde las tensiones de los medios se cruzan con las de la política y el poder.



La música de Lorenz Dangel juega un papel crucial en el tono de la película, particularmente en los momentos de mayor tensión. La banda sonora es sutil, casi minimalista, lo que refuerza la sensación de claustrofobia que rodea a los personajes mientras toman decisiones en tiempo real. La música nunca sobrecarga la narrativa, sino que la acompaña de manera precisa, ayudando a intensificar los momentos de duda y desesperación.


El diseño de producción, encabezado por Julian R. Wagner, es uno de los puntos fuertes de la película, especialmente en lo que respecta a la recreación de la atmósfera de los años 70. El vestuario, por su parte, es impecable, destacando los trajes de los personajes principales y secundarios, los cuales sirven para reforzar las diferencias sociales y el ambiente de la época. La estética de la película, junto con la fotografía de Markus Förderer, tiene una calidad casi documental, lo que le da a Septiembre 5una sensación de realismo que amplifica la tensión emocional y dramática de la trama.


Septiembre 5 es una película poderosa que no solo cuenta la historia de un evento trágico, sino que explora cómo los medios de comunicación pueden moldear la realidad y las decisiones que se toman en situaciones de emergencia. Tim Fehlbaum, a través de una narración precisa y emocionalmente cargada, nos presenta una reflexión sobre el papel de los medios en la sociedad contemporánea y las responsabilidades que los profesionales de la información deben asumir.



La película también nos recuerda que las decisiones de un individuo, aunque pequeñas en el contexto de un evento de gran magnitud, tienen el poder de cambiar el curso de la historia. La lección que nos deja es que, en tiempos de crisis, la ética y la responsabilidad deben prevalecer sobre la ambición y la competencia. A través de su mirada crítica al mundo de los medios y la manipulación de la información, Septiembre 5 se convierte en una obra profundamente relevante para el mundo actual.


Concluir Septiembre 5 es un ejercicio de reflexión sobre los límites de la ética, el poder de los medios de comunicación y la fragilidad de la verdad en tiempos de crisis. A lo largo de la película, Tim Fehlbaum nos invita a cuestionar no solo la naturaleza de la información que consumimos, sino también el papel que los medios tienen en la construcción de nuestra realidad. La trama, que sigue el secuestro de atletas israelíes en los Juegos Olímpicos de Múnich, no se limita a describir los hechos en sí, sino que se adentra en las tensiones internas de los personajes, quienes deben decidir cómo manejar la responsabilidad de relatar un evento tan trágico y trascendental en tiempo real.


Al igual que en otras películas que exploran el poder de los medios, Septiembre 5 aborda la constante lucha entre la verdad y la manipulación. Sin embargo, lo que distingue a esta obra es su capacidad para centrarse en la incertidumbre de los propios periodistas, quienes se ven obligados a tomar decisiones bajo una presión inhumana. El director nos muestra que, más allá de los protocolos y las audiencias, los profesionales de los medios se enfrentan a dilemas éticos personales que ponen en juego no solo sus carreras, sino también las vidas humanas que dependen de la precisión y la imparcialidad de la información. Fehlbaum, de este modo, nos invita a reflexionar sobre las consecuencias de nuestras acciones en un mundo donde la verdad parece cada vez más difusa, donde lo urgente tiende a prevalecer sobre lo importante, y donde la percepción se convierte en el nuevo terreno de batalla.



La película no es solo un thriller sobre la cobertura mediática de una tragedia histórica; es una mirada profunda a la relación entre los medios y la moralidad en el contexto de una sociedad cada vez más saturada de información instantánea. La tensión psicológica que atraviesa a los personajes refleja cómo la inmediatez de las noticias puede llevar a decisiones equivocadas, y cómo, en su afán por mantener la audiencia cautiva, los medios de comunicación pueden perder de vista la humanidad detrás de las historias. En este sentido, la película nos invita a preguntarnos si, al consumir noticias, realmente entendemos las implicaciones de lo que estamos viendo y cómo nuestras propias percepciones son constantemente moldeadas por los filtros a través de los cuales se nos presenta la realidad.


El mensaje que nos transmite el director, en última instancia, es claro y resonante: la responsabilidad del periodista va más allá de la simple tarea de informar. En tiempos de crisis, la información no es solo un bien de consumo, sino un bien público que tiene el poder de alterar el curso de los acontecimientos, de dar forma a las opiniones y de influir en el destino de las personas. Fehlbaum nos advierte de la fragilidad de esa responsabilidad y de los peligros inherentes a la manipulación de la verdad, que puede transformarse en una herramienta peligrosa cuando no se maneja con la ética y la empatía necesarias.


Al mismo tiempo, Septiembre 5 nos deja una reflexión más amplia sobre la naturaleza humana y la dificultad de tomar decisiones cuando nos vemos arrastrados por fuerzas mayores, ya sea el deber profesional, la ambición personal o la presión externa. Los personajes de la película no son solo vehículos para la trama, sino que representan el conflicto interno de cada individuo que, en algún momento, debe decidir entre hacer lo correcto y hacer lo que le beneficia, entre preservar la verdad y proteger sus propios intereses. A través de sus dilemas, Fehlbaum explora una verdad universal: que en los momentos de mayor tensión, la moralidad se pone a prueba, y las decisiones que tomamos nos definen no solo como profesionales, sino como seres humanos.


El director, por tanto, no solo nos cuenta una historia sobre un secuestro, sino que nos invita a reflexionar sobre el papel que jugamos todos en la construcción de la narrativa global. Nos desafía a cuestionar la verdad, a preguntarnos qué tan profundamente estamos dispuestos a ir en nuestra búsqueda de la información y qué precio estamos dispuestos a pagar por mantenerla intacta. En un mundo donde los medios de comunicación se han convertido en una herramienta poderosa de control y manipulación, Septiembre 5 nos recuerda que, detrás de cada noticia, siempre hay vidas humanas, decisiones complicadas y una verdad que, en su complejidad, siempre está en juego.


En última instancia, lo que nos deja la película no es solo una crítica a los medios o una llamada de atención sobre las falacias de la cobertura mediática, sino un recordatorio de que, como sociedad, debemos ser más conscientes del poder que tenemos al consumir noticias, y de la importancia de mantener siempre una ética sólida frente a la tentación de simplificar, manipular o distorsionar la realidad. En este sentido, Septiembre 5 nos ofrece una reflexión profunda y perturbadora sobre el papel de los medios en la construcción de nuestra visión del mundo, invitándonos a cuestionar no solo lo que vemos, sino cómo lo vemos.


Xabier Garzarain 


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