“También esto pasará “de María Ripoll: Una exploración profunda de la memoria, el duelo y la reconciliación.

 La directora María Ripoll, una figura clave del cine español contemporáneo, ha logrado forjar una trayectoria cinematográfica caracterizada por un enfoque sensible y realista de las emociones humanas. Desde sus inicios con Lluvia en los zapatos (2003), su estilo ha evolucionado hacia un cine cada vez más introspectivo y matizado, como se puede apreciar en También esto pasará (2025), un filme que no solo explora el duelo, sino también la forma en que los recuerdos y las relaciones pasadas dan forma a nuestras vidas presentes.


Ripoll, cuyo trabajo siempre ha sido marcado por la exploración de las relaciones personales en sus diversos matices, se ha distinguido por tratar con naturalidad los temas de la pérdida, la identidad y el crecimiento emocional. Con títulos como El próximo oráculo (2011) y Agujeros negros (2014), la directora ha abordado estos temas desde ángulos diversos, construyendo una filmografía que refleja una visión cada vez más profunda de la condición humana. En También esto pasará, Ripoll da un paso más en su evolución, dirigiendo una obra que, aunque centrada en el duelo por la muerte de una madre, también es un relato sobre la capacidad de reconstruir la vida a partir de lo vivido.


La historia de También esto pasará sigue a Blanca, quien tras la muerte de su madre se dirige a la casa familiar de Cadaqués para buscar consuelo. Rodeada de viejos amigos, su exmarido y antiguos amantes, Blanca se enfrenta al duelo con una mezcla de nostalgia y la necesidad de seguir adelante. A lo largo del verano, las interacciones con las personas que la rodean y los recuerdos del pasado se entrelazan en un proceso de introspección, donde se pregunta si puede reconciliarse con su dolor y encontrar una forma de seguir viviendo. A través de esta narrativa, Ripoll presenta una historia de aceptación, donde el duelo no se resuelve, pero sí se entiende como parte inevitable de la experiencia humana.


El guion, escrito por la propia María Ripoll junto a Olga Iglesias, da forma a una trama que se mueve con delicadeza entre la ligereza de los encuentros sociales y la complejidad emocional de los recuerdos. La relación de Blanca con sus antiguos amores y amigos, cargada de melancolía pero también de humor, crea un tono agridulce que se mantiene a lo largo de la película. Los momentos de risas y diversión se alternan con otros de tristeza contenida, construyendo una experiencia cinematográfica que resulta tanto conmovedora como lúgubre.


El ritmo de la película es uno de los elementos que más destaca en esta obra. Ripoll, conocida por su habilidad para trabajar el tiempo cinematográfico con gran precisión, logra en También esto pasarácrear una cadencia que imita el fluir natural del duelo. No se trata de una película que se acelere en busca de una resolución rápida; más bien, es un viaje que se despliega con la calma de un verano que parece no tener fin, pero que está lleno de pequeñas revelaciones emocionales. Esta aproximación al tiempo refleja su evolución como cineasta, quien ha aprendido a confiar en los momentos de quietud para permitir que los sentimientos de los personajes emergen de manera sutil pero potente.


El gran mérito de También esto pasará radica también en las brillantes interpretaciones de su elenco. Marina Salas, en el papel de Blanca, se luce con una actuación medida, pero cargada de una tensión emocional que nunca se resuelve por completo. Su habilidad para transmitir la melancolía y el conflicto interno de su personaje es el núcleo de la película. Blanca no es una heroína tradicional que busca encontrar respuestas, sino una mujer que se enfrenta a su dolor de una manera más silenciosa, como si lo llevara consigo en cada gesto. Salas logra que la audiencia se identifique con ella, a pesar de las circunstancias particulares de su personaje.


Carlos Cuevas, Susi Sánchez y Borja Espinosa completan un elenco sobresaliente, cuyas interpretaciones enriquecen aún más la trama. Cuevas, interpretando al exmarido de Blanca, aporta una gran vulnerabilidad a su personaje, mostrando a un hombre atrapado entre el amor perdido y la incapacidad de moverse hacia el futuro. Susi Sánchez, por su parte, interpreta a una amiga de la madre de Blanca, que se convierte en una figura materna secundaria que también está luchando con su propio duelo. La relación entre estos personajes no está exenta de tensiones, pero también es un testimonio de la capacidad humana para encontrar consuelo en aquellos que han compartido experiencias similares.


María Rodés, encargada de la música, ofrece una banda sonora que complementa perfectamente la atmósfera de la película. Sus composiciones, suaves y melancólicas, acompañan las escenas con sutileza, intensificando las emociones de los personajes sin sobrecargarlas. La música, casi siempre de fondo, actúa como una capa emocional más que refuerza el proceso de duelo que experimenta Blanca. La ausencia de una música dominante en muchos momentos permite que las emociones de los personajes se expresen a través de sus gestos y silencios, algo muy propio de la evolución de Ripoll como cineasta.


La fotografía de Joan Bordera es otro de los aspectos que destaca en la película. Cada plano está cuidadosamente compuesto para reflejar tanto el paisaje físico de Cadaqués como el paisaje emocional de los personajes. Las vistas al mar y los paisajes mediterráneos no solo sirven como telón de fondo, sino como una metáfora del proceso de curación. La luz suave, casi etérea, que caracteriza la película refleja perfectamente el estado de ánimo de Blanca: entre la tristeza y la aceptación, pero siempre con una luz al final del túnel.


El vestuario y el atrezo siguen el mismo enfoque sencillo y funcional. No hay extravagancias, lo que permite que los personajes se sientan reales y cercanos. El vestuario, diseñado para parecer natural y cotidiano, refuerza la atmósfera de un verano que, aunque lleno de recuerdos y confrontaciones emocionales, también es un espacio de calma. Cada elección de vestuario parece estar pensada para reflejar la personalidad de los personajes y su relación con el pasado.


También esto pasará se inserta en una tradición cinematográfica que explora el duelo desde una perspectiva madura. Su tono y temática nos recuerdan a películas como Cosas que nunca te dije de Isabel Coixet, que también aborda el dolor y la pérdida, pero desde una mirada profundamente introspectiva. Además, comparte algunos puntos en común con obras de Pedro Almodóvar, como La flor de mi secreto, donde los personajes encuentran consuelo y renovación a través de la aceptación de sus propios dolores y pérdidas. Sin embargo, Ripoll mantiene un estilo propio, más reservado y menos expresivo que el de Almodóvar, lo que le permite crear un cine más contenido pero igualmente potente.


En También esto pasará, Ripoll nos ofrece un relato conmovedor sobre cómo, a pesar de las heridas que nos deja la vida, es posible seguir adelante. A través de la figura de Blanca, la película nos invita a reflexionar sobre la importancia de aceptar lo que hemos perdido, sin dejar que eso defina por completo nuestra existencia. El mensaje de la película es claro: el duelo, aunque inevitable, es solo una parte del viaje de la vida, y aprender a aceptar las pérdidas es una forma de crecimiento personal.


El trabajo de Ripoll en esta película es una muestra de su madurez como directora, capaz de contar historias profundamente humanas con una sutileza que le permite al espectador explorar el dolor de los personajes sin caer en el melodrama. También esto pasará no es solo una película sobre el duelo; es una reflexión sobre la vida misma, sobre cómo podemos encontrar consuelo y fuerza en los recuerdos y las personas que nos rodean, y sobre cómo, finalmente, todo, incluso el dolor, también pasará.


Xabier Garzarain 

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